Dragonfly es un vehículo prefabricado con trozos de vehículos de una chatarrería y ensamblados por un mal mecánico. El resultado no podía ser más desastroso y chirriante: el vehículo resultante no se mueve ni a tiros. La fórmula no podía ser menos original: una historia de fantasmas, nada de sangre, un suspense mal planteado, una historia mala y lamentable y el ABURRIMIENTO y el sopor más absoluto se apodera hasta del más chulo y curtido en estos bodrios. Lo peor es que la palabra MIEDO o TERROR simplemente no existen. Este thiller sobrenatutal gira a un doctor de urgencias, que pierde a su mujer en un accidente en Venezuela, ya que era una pediatra que estaba ahí en una misión humanitaria. El tipo no para de tener visiones, alucinaciones, de hablar con monjas, moribundos y hasta con un tétrico niño con ojeras. Hasta el último cuarto de hora final el film es LENTO de cojones e INSOPORTABLE. El director, autor de las geniales(a mí me encantaron lo reconozco) Ace Ventura y Mentiroso compulsivo, se pasas de la comedia más alocada, al género sobrenatural con un resultado LAMENTABLE. El film intenta mezclar una historia de amor edulcolorada con el thriller sobrenatural, con un amor tan fuerte y puro que traspasa las fronteras de la muerte y del más allá. Increíblemente el final es EXCELENTE, cosa que me sorprendió. Vale, el final esta muy bien y me gustó, pero esos 15 minutos finales no justifican en absoluto. No es de extrañar que esta producción de 60 millones de dólares solo recaudara 30 en cines USA, siendo un fracaso estrepitoso. ¿Pero alguien que participó en esa basura pensó de que este film iba a ser tomado en serio por el gran público? Olvidable... Solo pasará a la historia como un lujoso telefilm para las tardes del domingo. Es una pena porque Kevin Costner es un actor mejor de lo que parece.
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